El principal objeto del drenaje en las carreteras es reducir la máxima cantidad de agua que llega a la misma para evitar el deterioro del pavimento y los accidentes de los usuarios.
Tanto el drenaje como el subdrenaje son imprescindibles para el buen funcionamiento de una carretera, pues sirven para proteger el camino canalizando los escurrimientos superficiales de agua y evitando situaciones que pueden resultar riesgosas tanto para la estructura del pavimento como para los usuarios.
El exceso de agua u otros fluidos en los suelos o en la estructura de una carretera, afecta sus propiedades geomecánicas, los mecanismos de transferencia de carga, presiones de poros, subpresiones de flujos, presiones hidrostáticas, e incrementa la susceptibilidad a los cambios volumétricos. Por tal motivo, es una de las causas más relevantes del deterioro prematuro de la infraestructura vial.
El diseño y construcción de un sistema de drenaje requiere la realización de estudios del clima, suelo, hidrología y geología. Los objetivos básicos para el drenaje de los caminos son la preservación de la carretera, debido a la función social y económica que representa y el elevado costo de construcción; la prevención del impacto negativo al ambiente con la reducción al mínimo de los cambios al patrón de drenaje natural y disminución de la acción erosiva producida por el cambio de cauce de su transporte.
Los tipos de drenajes incluyen estructuras transversales, naturales, travesías, superficie y subdrenajes. Estas estructuras sirven para dispersar, para disminuir la velocidad o transportar el agua y para evitar la acumulación y reducir la fuerza erosiva del agua.
Para que un camino tenga buen drenaje debe evitarse que el agua circule en cantidades excesivas provocando la destrucción del pavimento y originando la formación de baches, así como también que el agua que debe escurrir por las cunetas se estanque y reblandezca las terracerías originando pérdidas de estabilidad de las mismas con sus consiguientes asentamientos perjudiciales.
El prever un buen drenaje es uno de los factores más importantes en el proyecto de un camino y por lo tanto debe preverse desde la localización misma tratando de alojar siempre el camino sobre suelos estables, permanentes y naturalmente drenados.
En resumen, cuando una carretera dispone de un sistema de drenaje adecuado, suficiente y que opera correctamente, disminuye substancialmente la probabilidad de fallas y de otros efectos adversos que contribuyan a acortar su vida útil.
Para que el drenaje tenga un buen funcionamiento es recomendable:
- Evitar que el agua subterránea ascienda hasta la subrasante, ocasionando el deterioro del camino.
- Evitar que el agua de arroyos sea remansada por los terraplenes, existiendo peligro de deslaves.
- Evitar que los cortes de suelo se saturen y exista el peligro de derrumbes, deslizamiento y fallas.
- Evitar que el agua de las cunetas reblandezca las terracerías disminuyendo y originando asentamientos que lleven a la destrucción del camino.
Fuente: IMT, SCT, IPN.
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